domingo, 13 de agosto de 2017

Chusovitina al habla



Os traigo una entrevista a Oksana Chusovitina que dio a Championat y que Gymnovosti tradujo del ruso.
Esta principalmente centrado en los Juegos de Barcelona, pero también nos da la oportunidad de conocerla algo mejor durante aquella época y también durante sus años en Alemania y sus retos para el futuro.



¿Por qué no te querían llevar a los Juegos? Tu entrenadora, Svetlana Kuznetsova, tuvo que pelear por ti en las reuniones de entrenadores.
¿Sinceramente? No sé mucho sobre eso ahora ni lo lo supe en su momento. Eramos simplemente niñas. Nuestra labor era entrenar, lo demás lo decidían los entrenadores. Pero, supongo, que habría muchas peleas entre bastidores. Todo el mundo se daba cuenta que cualquier persona que estuviese en el equipo se convertiría en campeona olímpica. Así de alto era el nivel de ese equipo. Pero nunca hubo ninguna pelea o malas caras entres las chicas. Todavía somos amigas, nos escribimos, llamamos y visitamos unas a otras.

Entonces ¿no estabas en absoluto nerviosa por entrar en el equipo de Barcelona?
No, si lo puedes creer. Nunca soñé en ser campeona olímpica hasta los 14 o 15 años. Estaba entrenando peor no tenía grandes planes, tan sólo me gustaba mucho entrenar. Sólo te enteras de la importancia de unos Juegos una vez han pasado. Por aquel entonces, era una niña y no pensaba para nada en cosas importantes.

¿Fue la preparación de los Juegos distinta a como había sido antes?
No nos sentimos diferentes. Vivíamos en Round Lake. Entrenábamos, estudiábamos, había una escuela, allí. Básicamente vivíamos en un área restringida. Sólo se nos permitía ir a la ciudad los domingos pero ninguna iba. El desplazamiento en transporte público era demasiado largo y las gimnastas no teníamos coche entonces como lo tienen ahora. Así que nos entreteníamos como podíamos: íbamos a la piscina y esquiábamos en invierno. El equipo estaba muy unido y se mantenía así, todas nos apoyábamos las unas a la otras.

¿De verdad no tuviste ningún sentimiento especial cuando el equipo final fue anunciado?
No. Lo anunciaron y bien. Nos llevaron a Barcelona. Y continuamos haciendo las cosas que hacíamos en Round Lake. En modo trabajo.

¿Y qué hay del espíritu olímpico? ¿Lo sentiste en tus primero Juegos?
¿Espíritu? Tanya Gutsu y yo eramos íntimas por aquel entonces y estábamos muy contentas de que nos permitieran ir a la sala de juegos. Había  máquinas recreativas, videojuegos... pasábamos nuestro tiempo libre allí. Era muy emocionante, uno de los momentos más memorables de los Juegos. Mario, carreras... ¿Qué pretendes de chicas de dieciséis años que nunca habían visto eso antes? Mi madre es cocinera y mi padre trabajaba en la construcción, nunca fuimos adinerados. No había manera de poder permitirse un ordenador entonces.

Sólo en términos deportivos. ¿Cuáles son tus recuerdos de Barcelona?
Han pasado muchos años. Es difícil mencionar sólo una cosa. Pero recuerdo como me caí de las asimétricas y estaba muy asustada de fallarle al equipo. Eso fue memorable, sí. Otra fue el cómo lloré después de la final por equipos.

¿Porque ganasteis?
No. Lloré porque me di cuenta de que era la última vez que íbamos a competir juntas. Cuando subimos al podium sonó una música rara y alzaron una bandera rara. De alguna manera y de repente sentí ese dolor.

Las finales individuales estaban por delante. ¿Pensabas antes de los Juegos luchar por una medalla individual en alguna final?
Sí, nos estábamos preparando en cada aparato, así que si alguien tenía un mal día, otra podría sustituirla. Eso es lo que pasó.

Tu amiga, Tatiana Gutsu, ganó el oro individual aunque no se clasificó para la final. En el último momento sustituyó a Roza Galieva, quien, de acuerdo a las fuentes oficiales, se puso enferma.
Puede que Roza se sintiese mal entonces. Habría sido una sorpresa si Galieva hubiese competido en la final individual. Entonces, el coordinador del equipo tomaba todas las decisiones. A quien le decían que compitiese, competía. Y, como he dicho antes, el equipo estaba muy unido, quienes no se clasificaban para la final individual iban a animar a quienes competían. Estábamos contentas por nuestras amigas, pero no era nada parecido a "¡wow!"

Entonces, ¿los Juegos de Barcelona no destacan en tus recuerdos?
Eso es absolutamente cierto, aunque esa medalla de oro es todavía la única medalla de oro de mi colección olímpica. Pero está bien, aún hay tiempo. Ni me acuerdo cuanto dinero gané como premio ni en qué me lo gasté. El dinero no era mi prioridad en aquellos tiempos.

Después de Barcelona ¿pudiste escoger por qué país competir?
Realmente no pensaba en ello, porque  volví a casa, a Tashkent, a mi gimnasio de origen, a mis amigos. Incluso si me hubiesen ofrecido competir por Rusia, habría declinado. Siempre quise competir por Uzbequistán. En mi tierra, me protegieron de los problemas de ese periodo tan difícil. Tenía un único propósito, competir.

¿Has pensado alguna vez en retirarte? Por ejemplo, después de Atlanta que no fueron muy exitosas para ti.
Voy a confesar, en 1998 pensé que iba a retirarme. Me rompí el tendón de Aquiles y tuve a mi hijo. Paré durante dos años. Ni siquiera pensaba en la gimnasia. Pero después del nacimiento de Alisher volví al gimnasio para trabajar un poco, ponerme en forma, porque una semana después del parto mi peso era un kilo inferior al de mi carrera competitiva. En ese tiempo compraron equipamiento nuevo para el gimnasio de Tashkent. Juro que sólo quería colgarme de las asimétricas, estirar un poco y nada más. Pero cuando me puse a probar y pude hacer algunos elementos me di cuenta de que aún podía hacer muchas cosas.

Eso fue antes de los Juegos de Sydney. ¿Les dijiste a los entrenadores que ibas a volver?
Sí. Y me ofrecieron competir en el campeonato nacional para poder clasificarme. No puedo decir que fuese una formalidad porque por aquel entonces teníamos un equipo muy decente, mejor que la media. Por la competición me puse en forma muy rápido y conseguí plaza olímpica. No fui capaz de conseguir medalla, pero ese fue el momento en el que comprendí lo que era la gimnasia, lo que hacía en la gimnasia y porqué.

Entonces no te mantuviste en la gimnasia sólo para ganar dinero y pagar los gastos médicos de tu hijo después de que le diagnosticaran leucemia en 2002.
Por supuesto que no. Simplemente todo ocurrió de vez. Lo mejor fue que estar en el gimnasio me ayudada a evitar malos pensamientos. Iba a entrenar y me distraía del horrible diagnóstico de Alisher. Durante un año, lo pagamos todo nosotros, tomando dinero prestado de amigos y conocidos.

¿Entonces los alemanes se pusieron en contacto contigo?
Sí. Me ofrecieron firmar un contrato en el que prometía competir por Alemania y ellos pagarían los gastos médicos de mi hijo. Los premios económicos de gimnasia no eran suficientes para ganar los 120000 dólares que necesitábamos para el tratamiento. Si no hubiese sido por la enfermedad de Alisher, no habría cambiado de país.

¿Cómo te trataron en Alemania? ¿Estuvieron contentos con tus resultados o esperaban más que la plata olímpica de Pekín y las medallas mundiales y europeas?
Me trataron muy bien, pero nunca sentí que perteneciese a ese equipo ni Alemania llegó a ser mi segunda casa. Les estoy muy agradecida como madre por hacer lo que nadie más hizo. Salvaron a mi hijo. Por supuesto, podría haberme quedado en Uzbequistán, pero no había garantías de que Alisher hubiese sido sometido al mismo tratamiento. Como atleta, tuve que probar en cada competición que era mejor que las gimnastas alemanas. Me sentía una extranjera en el equipo. Pero al mismo tiempo nadie me obligaba a ganar medallas. Antes de firmar el contrato les pregunté "¿Qué pasa si no puedo ganar medallas, si no consigo buenos resultados o si no puedo competir por la enfermedad de mi hijo?" Dijeron que no importaba. Al final, di todo lo que pude por Alemania. Nunca tuvieron una queja, estaban muy contentos con mis resultados. Gracias a dios Alisher está bien ahora. Pronto cumplirá dieciocho y juega al baloncesto.

Cuando volviste a casa trabajaste como entrenadora ¿cierto?  ¿No pensabas en retirarte aún?
Sí, trabajé como seleccionadora del equipo nacional de Uzbequistán durante cuatro años y compitiendo al mismo tiempo. Aunque tuve un parón de dos años por lesiones y cirugías. Fue cuando me di cuenta de lo difícil que es entrenar. Me inclino ante todos los entrenadores por su paciencia y aguante. Pero también fue cuando me dije que prefería competir mientras pudiese y disfrutarlo.


¿Tu única motivación para seguir es tu amor por la gimnasia?
No, no sólo es por amor. Tengo un sueño, ganar una medalla olímpica por Uzbequistán. Voy hacia ese objetivo paso a paso.

Entonces, es seguro que competirás en Tokyo. ¿Qué pasaría ni no pueden cumplir tu sueño allí?
Ya veremos. Estoy muy contenta ahora, estoy disfrutando de lo que hago. Estoy segura de que todo llegará. me estoy convirtiendo en una deportista más fuerte. Si me comparas ahora con como era en Barcelona, somos completamente distintas. Estoy constantemente  añadiendo dificultad en salto y cambiando mi sistema de entrenamiento para adaptarlo a mi cuerpo. Todavía no es tiempo de competir esos saltos, pero estoy trabajándolos en los entrenamientos. No me siento mayor en absoluto.

Deberían darte una medalla olímpica por todos tus logros.

No estaría de acuerdo. Quiero ganar mi medalla y demostrar que no he estado tanto tiempo en este deporte para nada. Ya sabes, quiero ganar una medalla olímpica pero no lo quiero hacer el motivo de mi retirada. Puede que con 45 aún siga queriendo continuar. Cuando me sienta cansada de la gimnasia y no quiera seguir, cerraré esa puerta y me iré.

3 comentarios:

  1. Impresionante su historia, tantas vueltas de la vida y sigue compitiendo con 40 y pico de años. Una inspiración.
    Gracias por traducir la entrevista a español y compartirla =)

    ResponderEliminar
  2. Me gustaria que antes de retirarse Chusovitina le diera esa medalla olimpica que tanto anhela a Uzbequistan, no importa el color que sea....

    ResponderEliminar
  3. En Barcelona, tuvo un fallo en la final de suelo, aún así me parece que merecía la medalla sin desmerecer a Gutsu, Shanon Miller y Cristina Bontas

    ResponderEliminar