domingo, 3 de mayo de 2020

Originalmente quería unir esto a la entrada anterior pero por longitud mejor separarlo.
El mismo día que se supo el resultado del juicio contra Maggie Haney, Laurie Hernandez publicó a través de su cuenta de Instagram su experiencia bajo la tutela de Haney y todo lo que le supuso.
Además de recibir palabras de apoyo de multitud de gimnastas, algunas llegaron a admitir que se habían visto en situaciones similares.

Publicación original

La idea de compartir mi historia con el mundo me pone muy nerviosa y me hace sentir vulnerable... pero tras el resultado positivo del juicio de ayer, siento que compartir mi historia con otros puede crear conciencia sobre el abuso verbal y emocional.

Voy a sumergirme en ello. Tuve demasiadas experiencias que me llevaron a varios ataques de pánico cuando sólo esta delante de un aparato y... echarme a llorar. Muy fuerte. Sentía que no podía respirar; y quería irme a casa pero no podía porque era sólo una niña. Había mañanas en las que empezaba a llorar nada más levantarme, preocupada por los gritos y la furia que me esperaban a lo largo del día. Siempre sabía cuando iban a venir. Intenté decirle a esa persona que sus reacciones me hacía sentir incómoda y angustiada, o que sus palabras hacían daño, o que ese estilo de entrenamiento no funcionaba conmigo. Las respuestas eran siempre las mismas y del estilo:
"Nunca he hecho eso", "Eso nunca ha pasado", "Te estás inventando cosas", "Eres muy sensible", "Deja de tomarte las cosas tan a pecho"
Y muchas, muchas otras excusas, que acababan conmigo disculpándome por crear problemas.

Durante años me pregunté si no estaba siendo "exagerada" y "demasiado sensible". Me preguntaba si todo aquello de verdad había sucedido; o si estaba todo en mi cabeza. Es de lo que estaba convencida y pensé que estaba volviéndome loca. A veces gritaba tan fuerte que se la oía desde el aparcamiento. Se aliaba con otros adultos, así que si intentaba hablar con ellos, siempre era mi culpa. Aprendí lo que significaba cada gesto cada pequeña expresión en los once años que estuve con ella. Con sólo una miraba podía echarme a llorar. Me humillaba delante de otros sin dudar, hacía constantes comentarios sobre si aumentaba de peso, me hacía entrenar con varias lesiones, me insultó, señaló de la manera en la que lloraba delante de todos, y muchas otras cosas que van más allá de lo que puedo expresar con palabras.

Llegado cierto punto, por supuesto, intenté contarle a mis padres pequeñas versiones de lo que estaba pasando. Hubo una llamada entre ella y mi madre, y parece que todo iba a estar bien. Así fue, hasta que llegué a entrenar al día siguiente y ella estaba furiosa porque alguien se había enfrentado a ella. El enfado ante las llamadas de mi madre fue tal, que me lo echó en cara durante un entrenamiento. Lo hizo delante de mis compañeras. Desde entonces dejé de contarles a mis padres lo que pasaba, y les decía constantemente que el entrenamiento había ido "bien". Mis entrenamientos fueron un secreto durante una temporada. Todo lo que ocurría.

Durante el otoño de 2016, tuve una conversación por FaceTime con una de mis compañeras, y bromeamos sobre algo ocurrido en un entrenamiento hace un tiempo. Mi madre lo oyó nuestra conversación y acabó devastada. Me sentó y yo me rendí y se lo conté todo. Lo escribió todo y lo envió a USAG.
Esta fue la razón por la que volví tan tarde a la gimnasia. Pensaba que odiaba la gimnasia, no fue hasta mediados de 2018 cuando me di cuenta de que era la gente lo que había hecho que mi experiencia fuese tan mala, no el deporte en sí. Me fui al otro lado del país (de Nueva Jersey a California) a los 18 para empezar de nuevo. Quería desaprender los malos hábitos físicos, pero sobre todo los mentales, que había adquirido como resultado de mis antiguas experiencias. (Mi historia de salud mental ha sido más bien una montaña rusa). Estar en el equipo de 2020 sería un sueño hecho realidad, pero mi principal prioridad desde el principio ha sido mi felicidad, y eso era suficiente para mí.

Tener que hablar en un juicio cuatro años más tarde, mientras entrenaba para 2020, fue una sorpresa desagradable como poco. No esperaba tener que hablar de ello durante mi regreso. Me pilló con la guardia baja y afectó a mi vida dentro y fuera del gimnasio.
Este tipo de trato y comportamiento nunca está bien. Algunas cosas de mi experiencia que por desgracia van a estar siempre ahí, y siempre estaré trabajando para sanarlas- pero compartir mi experiencia me da la oportunidad de cerrar un capítulo, tomar aire, y empezar algo nuevo.
Durante años me enseñaron a no escuchar a mi cuerpo o a mi mente, pero ahora he aprendido a seguir mi instinto, y saber que mi experiencia y sentimientos son válidos. Nadie decide esas cosas por mí. Ahora que me he quitado este peso de encima, no me importa compartir mi historia. Estoy para compartirla.





2 comentarios:

  1. cuáles serán las posibilidades de Riley McCusker????

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    1. Con todo parado no me atrevo a decir que opciones tendrá McCusker de estar en Tokyo. Será ir viendo como el personal va recuperandose cuando puedan volver a entrenar.

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