Os traigo una entrevista a Oksana Chusovitina que dio a Championat y que Gymnovosti tradujo del ruso.
Esta
principalmente centrado en los Juegos de Barcelona, pero también nos
da la oportunidad de conocerla algo mejor durante aquella época y
también durante sus años en Alemania y sus retos para el futuro.
¿Por
qué no te querían llevar a los Juegos? Tu entrenadora, Svetlana
Kuznetsova, tuvo que pelear por ti en las reuniones de entrenadores.
¿Sinceramente?
No sé mucho sobre eso ahora ni lo lo supe en su momento. Eramos
simplemente niñas. Nuestra labor era entrenar, lo demás lo decidían
los entrenadores. Pero, supongo, que habría muchas peleas entre
bastidores. Todo el mundo se daba cuenta que cualquier persona que
estuviese en el equipo se convertiría en campeona olímpica. Así de
alto era el nivel de ese equipo. Pero nunca hubo ninguna pelea o
malas caras entres las chicas. Todavía somos amigas, nos escribimos,
llamamos y visitamos unas a otras.
Entonces
¿no estabas en absoluto nerviosa por entrar en el equipo de
Barcelona?
No,
si lo puedes creer. Nunca soñé en ser campeona olímpica hasta los
14 o 15 años. Estaba entrenando peor no tenía grandes planes, tan
sólo me gustaba mucho entrenar. Sólo te enteras de la importancia
de unos Juegos una vez han pasado. Por aquel entonces, era una niña
y no pensaba para nada en cosas importantes.
¿Fue la preparación de los Juegos distinta a como había sido antes?
No
nos sentimos diferentes. Vivíamos en Round Lake. Entrenábamos,
estudiábamos, había una escuela, allí. Básicamente vivíamos en
un área restringida. Sólo se nos permitía ir a la ciudad los
domingos pero ninguna iba. El desplazamiento en transporte público
era demasiado largo y las gimnastas no teníamos coche entonces como
lo tienen ahora. Así que nos entreteníamos como podíamos: íbamos
a la piscina y esquiábamos en invierno. El equipo estaba muy unido y
se mantenía así, todas nos apoyábamos las unas a la otras.
¿De
verdad no tuviste ningún sentimiento especial cuando el equipo final
fue anunciado?
No.
Lo anunciaron y bien. Nos llevaron a Barcelona. Y continuamos
haciendo las cosas que hacíamos en Round Lake. En modo trabajo.
¿Y
qué hay del espíritu olímpico? ¿Lo sentiste en tus primero
Juegos?
¿Espíritu?
Tanya Gutsu y yo eramos íntimas por aquel entonces y estábamos muy
contentas de que nos permitieran ir a la sala de juegos. Había
máquinas recreativas, videojuegos... pasábamos nuestro tiempo
libre allí. Era muy emocionante, uno de los momentos más memorables
de los Juegos. Mario, carreras... ¿Qué pretendes de chicas de
dieciséis años que nunca habían visto eso antes? Mi madre es
cocinera y mi padre trabajaba en la construcción, nunca fuimos
adinerados. No había manera de poder permitirse un ordenador
entonces.
Sólo
en términos deportivos. ¿Cuáles son tus recuerdos de Barcelona?
Han
pasado muchos años. Es difícil mencionar sólo una cosa. Pero
recuerdo como me caí de las asimétricas y estaba muy asustada de
fallarle al equipo. Eso fue memorable, sí. Otra fue el cómo lloré
después de la final por equipos.
¿Porque
ganasteis?
No.
Lloré porque me di cuenta de que era la última vez que íbamos a
competir juntas. Cuando subimos al podium sonó una música rara y
alzaron una bandera rara. De alguna manera y de repente sentí ese
dolor.
Las finales individuales estaban por delante. ¿Pensabas antes de los Juegos luchar por una medalla individual en alguna final?
Sí,
nos estábamos preparando en cada aparato, así que si alguien tenía
un mal día, otra podría sustituirla. Eso es lo que pasó.
Tu
amiga, Tatiana Gutsu, ganó el oro individual aunque no se clasificó
para la final. En el último momento sustituyó a Roza Galieva,
quien, de acuerdo a las fuentes oficiales, se puso enferma.
Puede
que Roza se sintiese mal entonces. Habría sido una sorpresa si
Galieva hubiese competido en la final individual. Entonces, el
coordinador del equipo tomaba todas las decisiones. A quien le decían
que compitiese, competía. Y, como he dicho antes, el equipo estaba
muy unido, quienes no se clasificaban para la final individual iban a
animar a quienes competían. Estábamos contentas por nuestras
amigas, pero no era nada parecido a "¡wow!"
Entonces, ¿los Juegos de Barcelona no destacan en tus recuerdos?
Eso
es absolutamente cierto, aunque esa medalla de oro es todavía la
única medalla de oro de mi colección olímpica. Pero está bien,
aún hay tiempo. Ni me acuerdo cuanto dinero gané como premio ni en
qué me lo gasté. El dinero no era mi prioridad en aquellos tiempos.
Después
de Barcelona ¿pudiste escoger por qué país competir?
Realmente
no pensaba en ello, porque volví a casa, a Tashkent, a mi
gimnasio de origen, a mis amigos. Incluso si me hubiesen ofrecido
competir por Rusia, habría declinado. Siempre quise competir por
Uzbequistán. En mi tierra, me protegieron de los problemas de ese
periodo tan difícil. Tenía un único propósito, competir.
¿Has
pensado alguna vez en retirarte? Por ejemplo, después de Atlanta que
no fueron muy exitosas para ti.
Voy a
confesar, en 1998 pensé que iba a retirarme. Me rompí el tendón de
Aquiles y tuve a mi hijo. Paré durante dos años. Ni siquiera
pensaba en la gimnasia. Pero después del nacimiento de Alisher volví
al gimnasio para trabajar un poco, ponerme en forma, porque una
semana después del parto mi peso era un kilo inferior al de mi
carrera competitiva. En ese tiempo compraron equipamiento nuevo para
el gimnasio de Tashkent. Juro que sólo quería colgarme de las
asimétricas, estirar un poco y nada más. Pero cuando me puse a
probar y pude hacer algunos elementos me di cuenta de que aún podía
hacer muchas cosas.
Eso
fue antes de los Juegos de Sydney. ¿Les dijiste a los entrenadores
que ibas a volver?
Sí.
Y me ofrecieron competir en el campeonato nacional para poder
clasificarme. No puedo decir que fuese una formalidad porque por
aquel entonces teníamos un equipo muy decente, mejor que la media.
Por la competición me puse en forma muy rápido y conseguí plaza
olímpica. No fui capaz de conseguir medalla, pero ese fue el momento
en el que comprendí lo que era la gimnasia, lo que hacía en la
gimnasia y porqué.
Entonces
no te mantuviste en la gimnasia sólo para ganar dinero y pagar los
gastos médicos de tu hijo después de que le diagnosticaran leucemia
en 2002.
Por
supuesto que no. Simplemente todo ocurrió de vez. Lo mejor fue que
estar en el gimnasio me ayudada a evitar malos pensamientos. Iba a
entrenar y me distraía del horrible diagnóstico de Alisher. Durante
un año, lo pagamos todo nosotros, tomando dinero prestado de amigos
y conocidos.
¿Entonces
los alemanes se pusieron en contacto contigo?
Sí.
Me ofrecieron firmar un contrato en el que prometía competir por
Alemania y ellos pagarían los gastos médicos de mi hijo. Los
premios económicos de gimnasia no eran suficientes para ganar los
120000 dólares que necesitábamos para el tratamiento. Si no hubiese
sido por la enfermedad de Alisher, no habría cambiado de país.
¿Cómo
te trataron en Alemania? ¿Estuvieron contentos con tus resultados o
esperaban más que la plata olímpica de Pekín y las medallas
mundiales y europeas?
Me
trataron muy bien, pero nunca sentí que perteneciese a ese equipo ni
Alemania llegó a ser mi segunda casa. Les estoy muy agradecida como
madre por hacer lo que nadie más hizo. Salvaron a mi hijo. Por
supuesto, podría haberme quedado en Uzbequistán, pero no había
garantías de que Alisher hubiese sido sometido al mismo tratamiento.
Como atleta, tuve que probar en cada competición que era mejor que
las gimnastas alemanas. Me sentía una extranjera en el equipo. Pero
al mismo tiempo nadie me obligaba a ganar medallas. Antes de firmar
el contrato les pregunté "¿Qué pasa si no puedo ganar
medallas, si no consigo buenos resultados o si no puedo competir por
la enfermedad de mi hijo?" Dijeron que no importaba. Al final,
di todo lo que pude por Alemania. Nunca tuvieron una queja, estaban
muy contentos con mis resultados. Gracias a dios Alisher está bien
ahora. Pronto cumplirá dieciocho y juega al baloncesto.
Cuando
volviste a casa trabajaste como entrenadora ¿cierto? ¿No
pensabas en retirarte aún?
Sí,
trabajé como seleccionadora del equipo nacional de Uzbequistán
durante cuatro años y compitiendo al mismo tiempo. Aunque tuve un
parón de dos años por lesiones y cirugías. Fue cuando me di cuenta
de lo difícil que es entrenar. Me inclino ante todos los
entrenadores por su paciencia y aguante. Pero también fue cuando me
dije que prefería competir mientras pudiese y disfrutarlo.
¿Tu
única motivación para seguir es tu amor por la gimnasia?
No,
no sólo es por amor. Tengo un sueño, ganar una medalla olímpica
por Uzbequistán. Voy hacia ese objetivo paso a paso.
Entonces,
es seguro que competirás en Tokyo. ¿Qué pasaría ni no pueden
cumplir tu sueño allí?
Ya
veremos. Estoy muy contenta ahora, estoy disfrutando de lo que hago.
Estoy segura de que todo llegará. me estoy convirtiendo en una
deportista más fuerte. Si me comparas ahora con como era en
Barcelona, somos completamente distintas. Estoy constantemente
añadiendo dificultad en salto y cambiando mi sistema de
entrenamiento para adaptarlo a mi cuerpo. Todavía no es tiempo de
competir esos saltos, pero estoy trabajándolos en los
entrenamientos. No me siento mayor en absoluto.
Deberían
darte una medalla olímpica por todos tus logros.
No
estaría de acuerdo. Quiero ganar mi medalla y demostrar que no he
estado tanto tiempo en este deporte para nada. Ya sabes, quiero ganar
una medalla olímpica pero no lo quiero hacer el motivo de mi
retirada. Puede que con 45 aún siga queriendo continuar. Cuando me
sienta cansada de la gimnasia y no quiera seguir, cerraré esa puerta
y me iré.
Impresionante su historia, tantas vueltas de la vida y sigue compitiendo con 40 y pico de años. Una inspiración.
ResponderEliminarGracias por traducir la entrevista a español y compartirla =)
Me gustaria que antes de retirarse Chusovitina le diera esa medalla olimpica que tanto anhela a Uzbequistan, no importa el color que sea....
ResponderEliminarEn Barcelona, tuvo un fallo en la final de suelo, aún así me parece que merecía la medalla sin desmerecer a Gutsu, Shanon Miller y Cristina Bontas
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